OF BULL AND BUFFALO - DE TOROS Y BÚFALOS


Por Bill Troubridge.
 

Durante estos años los cazadores con ballesta hemos sido objeto de múltiples críticas por parte de la prensa, que ha prestado una atención negativa a nuestra actividad, sirviéndose para ello de varias publicaciones. Sin duda, uno de los documentos más condenatorios provenientes de esta vertiente, se publicó en la República de Sudáfrica a principios de los años ochenta.

Este trabajo fue una creación de un caballero quien responde al nombre de Dr Ed Ashby. Este documento fue realizado en colaboración con la entidad gubernamental encargada de regular la caza mayor en la República de Sudáfrica y tenía como objeto determinar si las ballestas eran capaces de darle una muerte humanitaria a los animales en situaciones de caza. Este es un excelente ejemplo de cómo una mala información puede ser empleada con una contraproducente finalidad ulterior.

La utilización de una ballesta Crisbow, que honestamente carecía de la potencia requerida, fue por lo más inconveniente. No era representativa de la generalidad de productos destinados a la caza mayor, disponibles por aquel tiempo. Para este estudio se hicieron pruebas de tiro con toda la gama de equipos de esta marca, con la finalidad de determinar su efecto. Por consiguiente, el Gobierno de la República de Sudáfrica prohibió la ballesta, para cualquier animal superior a las 100 libras de peso.

Usted todavía verá ocasionalmente este superficial documento en la propaganda anti-ballesta. Aun cuando desde el principio esta información era errónea, todo este asunto todavía apesta, tal como lo hace un ratón muerto encerrado en un armario.

Bueno, ahora continuaré con el tema de esta columna. En el transcurso de estos años el Gobierno de Sudáfrica determinó como requisito para la caza mayor con ballesta el uso de flechas pesadas con puntas de dos hojas. Varios años después, cuando fui para cazar un búfalo cafre, tuve que adaptarme a esta restricción de equipo.

En ese tiempo tuve que romperme la cabeza para alcanzar el límite requerido por ellos. Soy de la escuela que cree que la velocidad, no la penetración, es el interés primordial para todos los cazadores de ballesta. Esto lo aprendí cazando pequeños y muy veloces colablancas.

Para mi, sacrificar un solo PPS con el propósito de obtener una mayor penetración, era casi lo mismo que flagelarme un ojo con la punta de un palo. Pero en ese momento tenía que acogerme a las regulaciones dispuestas por el “lado oscuro".

La elección de la flecha adecuada fue lo más sencillo. El carbón era la opción obvia ya que no desperdiciaría valiosa energía flexionándose al impactar en el animal. Habían varias alternativas que eran bastante pesadas, y elegí un tubo (shaft) obsoleto producido por Goldtip unos años antes. Aquél pesaba en sí mismo aproximadamente unos 500 granos (grains).

Después de hacer algunas averiguaciones en relación a las opciones de puntas, me decidí por un modelo tradicional Magnus 1 ¼ " con punta de dos hojas, además de contar con unos forros de cubierta de acero fabricados por el mismo proveedor. El peso total era superior a 700 granos después de todo el proceso de adaptación, utilizando plumas de 5”. Al disparar estas flechas, sorprendentemente volaron bastante bien. La velocidad fue aproximadamente de 270 pps, rompiendo la marca establecida.

Lamentablemente, lo concerniente a nuestro propósito de caza del búfalo cafre no dio frutos, ya que todo se echó a perder debido a que el outfitter que habíamos contratado, fue incapaz de suministrar nuestros requerimientos. A decir verdad, mi deseo por cumplir este desafío nunca decayó, permaneciendo latentes mis ganas de probar mi obra manual. Finalmente pude realizar mi expectativa el pasado octubre, cuando "dejé caer el martillo" y envié uno de estos extremadamente pesados misiles, cumpliendo diligentemente con su mortal encargo.

La oportunidad llegó cuando fui de caza con el Safari Havago al norte de Australia, donde cazamos el Búfalo de agua asiático. Allí estos animales son ENORMES, mucho más grandes que sus pares africanos. Estos búfalos son descendientes de una manada que fue dejada allí en los años 1820 cuando un asentamiento poblacional no tuvo éxito en su establecimiento y se marchó, dejando a esta especie. A través del paso de cientos de generaciones de su prole,  se quedaron viviendo en un estado salvaje. Estos búfalos han poblado un buen sector de la región norte de Australia.

Para decirlo sin rodeos ¡Estos enormes bovinos son unos tanques! Su piel tiene aproximadamente un grosor de una pulgada, sus costillas miden aproximadamente 2.5" de ancho y al menos ½" de grosor. Para empeorar las cosas, sus pulmones y órganos vitales se mantienen bien resguardados en lo profundo de su interior. Para penetrarlos con una flecha se le debe dar un tiro en el pliegue de la pata, teniendo en cuenta que existen muchas pulgadas de músculo sobre su hombro. Seguramente este era un ejemplar perfecto para desafiar las teorías del buen Doctor Ashbys.

Para la caza, yo usé un prototipo de ballesta de 225 libras, que básicamente era igual al que me fue entregado para llevar a África, con un considerable aumento en su velocidad y energía. La pregunta era ¿esto sería suficiente? Y lo averigüé muy pronto.

En el tercer día de caza, encontramos tres toros que coincidentemente iban por nuestra misma ruta, atravesando una arboleda de palma. Después de un corto y sigiloso seguimiento, ellos nos descubrieron y a 30 yardas se dieron la vuelta confrontándonos. Esta es la táctica estándar utilizada por los búfalos cuando quieren advertir para que nos alejemos. Honestamente, si alguna vez tuviera tres toneladas de Búfalo mirándolo mal, se daría cuenta de lo claramente convincentes que pueden ser.

En esa circunstancia me alegré que nuestro guía Jim llevara consigo su pistola para elefantes. Uno de esos muchachones aventureros decidió incluso trotar hacia nosotros, ubicándose a sólo 20 yardas, confrontándonos. Era una verdadera tentación, pero aun no había llegado el momento para hacer un tiro.

El disparo finalmente llegó cuando aquel toro aventurero giró y regresó corriendo al grupo. Entonces fue cuando se volteó por un instante encarando a Jim, quien estaba avanzando lentamente hacia ellos. Mientras el toro estaba en esta posición, levanté la ballesta y en cuanto él se detuvo, una flecha fue en su búsqueda.

El impacto fue impresionante. Mucho más nocivo que lo reportado por el informe aquel de las ballestas. Inmediatamente el búfalo se resistió y corrió unas cuantas yardas en busca de sus compañeros. Después de unos minutos hizo su paso más lento. Aún tuvimos algunos momentos tensos persiguiendo a estos "chavales" y reclamar nuestro premio.

Nuestra autopsia reveló que la flecha se había desplazado por el centro de la pierna, penetrando los pulmones, deteniéndose en una costilla del lado opuesto. El proveedor dijo que estaba sorprendido por la rapidez con la que la flecha hizo su trabajo, ya que muy rara vez un búfalo caía por efecto de una sola bala de calibre pesado; mucho menos tratándose sólo de una flecha.

Creo que al final podemos respirar tranquilos y limpiar la reputación de la ballesta de imputaciones de responsabilidades inexistentes, ya que no debe ser el receptáculo de acusaciones superfluas. En Australia estuve más que complacido con el desempeño tanto de mi ballesta, como de las flechas seleccionadas. No puedo esperar hasta el próximo año, cuando iré a África  para repetir este  experimento en la balística de la ballesta, pero esta vez  cazando a los primos más pequeños, pero más desagradables, de los búfalos de agua.
 

© Bill Troubridge. Presidente de Excalibur crossbow. Canadá.

Publicado en HBM número de invierno de 2004*.

*Invierno se corresponde con los meses de enero a marzo y por tanto es anterior a la primavera, verano y otoño del mismo año.

©Traducción: Ivan Takahashi Bancovitch