BÚFALO CAFRE


Por Bill Troubridge.
 

Recuerdo una vez, hace una década o más, mucho antes de haber estado en África, cuando discutía con un amigo acerca del  Búfalo CAFRE. Yo creía que sería extraordinario poder cazarlo utilizando mi ballesta. ¡Él pensó que yo estaba más loco que una cabra! En ese momento ni soñaba con que esta oportunidad se me presentaría, pero finalmente el mes pasado tuve una cita con uno de estos infames bovinos.

Estábamos cazando cerca a un rancho al este del famoso Parque Kruger en el Lumbata Safaris, y las señales de un búfalo estaban por todas partes. Sus huellas y estiércol cubrían los caminos y los árboles dañados por sus cuernos eran una imagen común en el paisaje. Puede creerme cuando le digo que la piel de este animal puede hacer empalidecer a cualquiera.

Nosotros sólo teníamos un problema, ellos descansaban bien atrás del frondoso cinturón de matorrales. Hacia bien cercana la noche, el único modo de encontrarlos y seguirlos con sigilo era rastreándolos por entre la maleza con la esperanza de poder tener un al alcance de tiro. Desafortunadamente, la hierba y las hojas secas crujían a causa del implacable sol africano. Aún el más cuidadoso seguimiento era un escándalo estrepitoso.

Nosotros pudimos conseguir acercarnos varias veces a los buffalos durante los primeros días de nuestra cacería. Sin embargo, estos siempre nos escucharon, poniéndose en alerta antes que pudiéramos hacer un tiro a través de la espesa maleza. No era suficiente ponernos dentro de 30 yardas de distancia de ellos, también necesitábamos la oportunidad de poder hacer un disparo limpio desde una posición despejada, y después de algunos intentos lograrlo comenzó a parecer un sueño imposible. Era necesario un
cambio en la estrategia.

Después de una discusión con el guía, decidimos hacer una barrera cerca de una poza de agua, dado que él nos aseguró que la misma era visitada con regularidad por una pequeña manada de Búfalos. Nuestra barrera fue construida con montículos de heno, no era lo que exactamente usted esperaría hacer en las inexploradas y salvajes regiones de África, pero si fue muy cómodo para tres de nosotros: el guia, el camarógrafo y yo.

Nos ubicamos al lado del viento bajo de la poza con una buena visibilidad que nos permitía ver hasta 50 yardas o más, todo parecía positivo mientras que los animales cumplieran su parte. Después de varias horas bajo el ardiente sol, viendo llegar a jabalíes en busca de agua, vimos a lo lejos primero una mancha negra moviéndose por la vegetación cruzando en nuestra dirección.

Lentamente las manchas fueron convirtiéndose en patas, después en cuernos, y finalmente en Buffalos africanos. En un primer momento solo las hembras eran las que se acercaron,  y nos quedamos petrificados, hipnotizados con su sola presencia.

¿Dónde estaban los machos? Las hembras llegaron y rodearon el pozo de agua, observando constantemente nuestra barrera. Sabían que algo había cambiado, y tener solo a 15 yardas o menos a una docena de búfalos hembra puede ser algo inquietante, sobre todo considerando que sólo teníamos una delgada barrera de hierba entre nosotros.

Finalmente los búfalos macho aparecieron, tomando una posición posterior a la de las hembras que ya habían terminado de beber. Esto ocurría a aproximadamente 35 yardas de nuestro “fuerte” y luego pareció como si ellos estarían por irse con las hembras que empezaban a marcharse.

Lo que esperé estaba al fin a mi alcance, pero rápidamente podía esfumarse esta oportunidad y decidí que el animal estaba lo suficientemente cercano como para "darlo por hecho". El macho estaba acantonando ligeramente lejos, entonces sostuve mi marcador de 30 yardas dirigiéndolo directamente hacia la unión de entre sus hombros,  aproximadamente apuntando a la mitad superior del cuerpo y lancé el tiro. La trayectoria de aproximadamente 290 fps fue muy ruidosa. ¡Muy ruidosa! El macho inmediatamente dio un giro y corrió hacia el resto de la manada.

Después de una hora o más seguimos al animal y lo recuperamos al mismo tiempo en que el sol se ponía. El macho era inmenso con amplios cuernos y bolas pesadas. Era todo lo bueno que yo esperaría o habría deseado de un toro.

Teníamos el tiempo justo para cargarlo y tomarle fotos antes de que cayera la noche. No me avergüenza decirles que tenía tomadas probablemente las más frías, bien merecidas y mejor apreciadas cervezas conocidas por la humanidad, mientras cargábamos ese gran ejemplar y nos dirigíamos al campamento.

Mis mejores deseos para que tengan una formidable temporada de caza.
Cuídense y disfruten cada minuto en este año de caza.
 

Publicado en HBM número de otoño de 2004.

©Traducción: Ivan Takahashi Bancovitch