UN RASTREO CON SORPRESA
Resulta que mi
amigo José, un octogenario que todavía realiza esperas con su escopeta,
cuando
algún gorrino se le resiste, me llama para que lo intente yo.
Hace unos días
me llamo que tenia preparados dos puestos, uno para él y el otro para
mí, así
que cogí los trastos y nos fuimos. Me dejo en el mío y él se colocó en
el suyo,
más querencioso.
El jabalí lo
visitó como otras veces sobre las 23:30.
Después de
rondar su puesto varias veces le barruntó y José se dijo ahora visitará
el
puesto de César.
Sobre
las 00:15 oigo un tenue crujido y pienso:
¡ya está aquí!
Estoy en el
blind, le veo venir recto por la senda que llega al puesto y quito el
seguro de
mi ballesta, espero que, confiado, empiece mascar las primeras
almendras.
Lo tengo a 20m
de frente, le doy un chispazo de luz con la linterna y ni se inmuta,
vuelvo a
encender la luz, lo tengo ligeramente sesgado a la izquierda, le coloco
el
primer pin en el codillo y apreto ligeramente el suave gatillo de mi
Tent
Point, pack... ploc... veo la dirección de la flecha por el
culatin encendido en
rojo que se pierde dentro del tórax
del animal, éste da un respingo y se interna en la espesura.
Espero unos
minutos, salgo del blind, me acerco a donde estaba el jabalí y veo el
culatín
luminoso enterrado en las hierbas, cojo la flecha impregnada de sangre
y un
fluido viscoso, la olfateo y me da la sensación de haber tocado pulmón,
hígado
y estómago, la dejo en tierra donde la encontré con objeto de dejar un
rastro
nítido para mi perrita “Cuqui” una tékel de 7 años.
Llamo a José
y le pongo en antecedentes, cuando llega han
transcurrido 30 minutos.
Nos vamos por
mi perra y trascurren 15 minutos más con lo que hay tiempo suficiente
para
comenzar la búsqueda.
Llegamos al
sitio y coloco a la perrita en el tiro, olfatea la flecha y atraillada
comenzamos el rastreo, no vemos sangre pero la perrita tira
insistentemente con
lo que me indica que sigue el rastro bien, a los 20m vemos la primera
gota de
sangre, ¡Bien! Es buena señal me digo, y le dejo seguir el rastro
dándole unos
metros más de cuerda, recorremos así unos 40m, oigo un jadeo y alumbro
con la
linterna, el
cochino, tumbado, se
incorpora, sujeto la perra y la cojo en brazos, reculo atrás por done
había
venido, miro alrededor y José no está, salgo de la maleza, escucho, no
se oye
nada, doy unos flojos silbidos y nada, vuelvo a silbar más fuerte,
nada, voceo
¡¡JOSE,JOSE!! y nada, yo maldiciendo, ¿cómo se me ocurre buscar un
jabalí
herido a las tantas de la noche con un octogenario?
Regreso al
puesto y sigo llamando a José, mi cabreo se iba tornando preocupación ,
cuando
sale José del monte me comenta que había oído al jabalí y que no
contestaba por
no espantarlo… ¡pa’ matarlo!
Le digo que
nos vamos y volvemos mañana, a lo que me contesta que ya que estamos
allí que
se fuma un purillo y le damos tiempo que se enfríe, me parece bien y
dejo la
perrita en el maletero, esperamos que termine el purito y entramos
donde quedó
el jabalí.
Puedo oler dónde
había estado tumbado pero allí … no está…
Le vuelvo
decir a José que nos vamos y regresamos mañana, a lo que me vuelve
contestar
que lo intente de nuevo con la perra.
A mí no me
parece bien pero ante la insistencia de José me decido, cojo la perra,
le pongo
una campanilla en el collar, la atraillo y llegamos a donde perdimos el
jabalí,
la perrita siguió rápidamente el rastro y como la maleza se cerraba
más... no
pudiendo seguirla, decido soltarla confiando que el gorrino esté ya
muerto...,
se aleja…
A
duras penas puedo seguirla, me guío por el
tintineo de la campanilla.
A unos 40m más
adelante empieza a llatir llamándome, espero a José y le comento que me
siga
con cuidado porque lo tiene parado y vivo.
Me acerco con
sumo sigilo y veo el gorrino reculado en unas matas y la perrita
acosándolo sin
cesar.
Caigo en la
cuenta que he cometido un error soltándola y, no llevar nada para
rematarlo,
temiendo por ella la llamo por si la puedo coger, al delatar mi
presencia el
gorrino se arranca embistiéndome, doy un salto y me subo en un arbusto
que es
suficiente para que el jabalí no llegue a tocar mi pierna.
La perra sigue
acosándolo y yo aprovecho para bajar.
El jabalí coge
una senda y se aleja torpemente
seguido
de la perra que lo vuelve parar unos cuantos metros más adelante.
Espero a José
y le comento que espere a allí controlando, pues el jabalí si no nos
oye se
tumbará. Yo voy por la ballesta para rematarlo.
En esto nos
habíamos alejado mas de 300m.
En el bosque
de noche es fácil desorientarse , cuando llego al auto y cojo la
ballesta han
trascurrido más de 10 minutos.
Escucho el
llatir de mi perrita y me es más fácil llegar de nuevo en donde se
encontraban.
Me acerco y a
unos 10m, enciendo
la linterna, el
gorrino está tumbado, le coloco el primer pin en el codillo pack..,
ploc... le
meto una Nap Thunderhead 125g que lo pasa de lado a lado, pega un
arreón y veo
como la perrita se le agarra en los garrones, apago la luz, reculo y
llega José
….¡¿que ha pasado?! ¡¡sshhiiitttt!! le indico con el dedo que
este callado y
escuche, oímos cómo el gorrino emite un gorgoteo en la
respiración, la perrita
ya no llate, gruñe mordiendo con rabia, cuando nos acercamos, le ha
arrancado
de cuajo el rabo, la cojo, la ato y respiro tranquilo, estoy empapado
en sudor.
Es un machejo
de dos años de 65 ó 70 kg con poca boca.
Es el primer
lance con flechas que vive José (espero que no sea el último)
©Texto
y fotos César G. L.