EXITO EN EL PRIMER RECECHO A CORZO CON BALLESTA


Era una mañana que prometía bastante, ya que la noche había sido muy estrellada, poco viento y el amanecer estaba siendo de lo más lindo.

Por la noche preparaba el material junto con mi compañero de caza César, la ballesta bien engrasada, las puntas Silveflame de 125grains bien alineadas a las flechas Laser2 (por cierto, recomiendo tanto la flecha como la punta de caza a todos aquellos que no la conozcan o no la hayan probado, hace verdaderos estragos), un par de tiros a la diana para ver que todo está en su sitio y a cenar y dormir pronto, ya que debíamos levantarnos muy temprano.

Dormíamos en el Portillo, paraje excepcional, donde uno puede evadirse de la ciudad, el estrés y todo aquello cotidiano que resulta tan rutinario del día a día. Una casita que mi compañero se ha hecho en lo más profundo de la serranía de los Montes Universales, y donde los habitantes más cercanos están a varios kilómetros, ¿os lo podéis imaginar?, pues sí, una calma, tranquilidad y quietud inimaginables, donde sólo el monte y uno mismo son los dueños del tiempo, del momento que estás viviendo, y nadie ni nada molesta tus pensamientos, el dónde ir, por donde entrarle al bicho, cómo cazarlo......... Bueno, supongo que muchos de vosotros también os habréis encontrado en estas situaciones, así que creo que os podéis meter un poco en el entorno de mi relato.

La noche la pasé muy tranquila hasta que pude dormir, porque al principio me costó bastante conciliar el sueño, ya que a la mañana siguiente iba a ser mi primer rececho a un corzo con ballesta, pero tardé poco en dormirme, pues estábamos cansados del viaje de ese día hasta la finca.

Nos levantamos a las 5:30 de la mañana, un desayuno ligero y cargamos el equipo en el coche.

Nos dirigíamos a unos pastos donde días atrás mi amigo César había visto en repetidas ocasiones un corzo expléndido, cuando a medio camino, en la puntita de un babecho no muy lejos de dónde nos encontrábamos pudimos ver un corzo

Habiendo comprobado que era un macho con los prismáticos, decidímos pasar de largo y hacerle la entrada de atrás hacia delante, ya que el viento nos era más favorable, y por el terreno que teníamos era lo mejor, si hubiéramos entrado ladeados el animal tenía mucha ventaja puesto que el terreno le era mucho más favorable, sin mucha espesura donde poder esconderme y hacer un buen acercamiento.

Una vez pasamos al corzo, unos 400 metros, decidímos hacer la entrada, cargé mi ballesta Horton de 180 lb con una fecha Laser2 y punta de caza Silverflame de 125 grains, y mimetizado hasta las cejas decidí acercarme a ver lo que pasaba, si era capaz de volver a verlo y acercarme lo máximo posible para poder soltarle la flecha.

Tenía en mente soltarle la flecha hasta un máximo de 40 metros, ya que era la distancia máxima con la que había entrenado, pero lo primero era verlo y poder acercarme.

Cual fué mi sorpresa, cuando apenas llevaba unos 250 metros, estando junto a unos enebros intentando ver por donde podía divisar el animal, veo al corzo ramoneando tranquilamente hacia mí. ¿Os lo podéis imaginar?, el corazón empezó a bombearme de tal manera que casi se me sale del sitio, estaba a apenas unos 60 metros de mí, el animal había ido tranquilamente hacia mi posición sin percatarse de mi en ningún momento.

César y Manuel (Pélín) con el corzo de la historiaInmóvil, como un arbusto más, intento aguantar la respiración para no delatar mi posición e intento relajarme lo máximo posible, era él quien se acercaba hacia mí, sin la necesidad de ir a buscarlo, increible.

Unos pasos más y ya te tengo a tiro, pensaba yo, y así fué, a unos 35 ó 40 metros decido encararlo y................ vaya por Dios, me ha descubieto.

El animal, de repente, levanta la cabeza y mira hacia donde yo me encontraba, sin más, me lanza un par de ladridos y corre tres o cuatro metros, se gira y vuelve a mirar hacia mi posición, y en ese momento pienso, ahora o nunca, la flecha salió hacia el animal con un vuelo perfecto y, en el mismo momento que el animal me lanzó otro ladrido, se encontró con mi flecha.

Fué espectacular, la flecha le entró por el costado izquierdo, de atrás hacia delante, sin sobrepasar al animal, y alojándose la punta en todo la caja torácica. Imaginaos lo poco que sufrió el animal, ya que anduvo unos 15 metros y cayó fulminado.

La alegría fue mayor cuando lo ví caer, espero que este inicio de temporada siga tan bien como hasta ahora.

Un saludo a todos, espero que os hayais podido imaginar el relato como yo lo viví. Hasta pronto.

©Texto y fotos Manuel Chabrera (Pelín)