JABALÍ VIEJO, PERO VIEJO, VIEJO.
 
 
Mirando ventas en el ordenador del despacho, suena el móvil. Es Nano el guarda, gran profesional de la finca donde voy bastantes veces de espera, y pongo buena cara porque me imagino buenas noticias. Confío en su criterio bastante como me ha demostrado muchas veces.
- Ignacio, tengo una baña con una buena huella. Lo único es que el aire tiene que venir de Sur o de Oeste, el puesto esta a 6 metros escasos en un clarito del monte en medio de una repoblación de pinos.

- Sin problema (pego botes de gozo), ya nos vamos llamando para buscar el día propicio de aire.

Esta conversación la mantuvimos al principio de la semana pasada, quedamos y desquedamos a la hora de comer tres días, el aire venia fatal según el guarda. La luna se iba llenando más y más y no me gustaba el tema, si se liaba a llover la querencia iba a cambiar por las bañas ocasionales de agua de lluvia. La ola de frío siberiano, con aire de Norte, continuaba y yo andaba ya desesperado hasta que recibí la llamada en la que iba a ser la cuarta intentona. Quedamos a las 4:30 en la entrada de la finca, con tiempo de sobra para estar colocado a las 5 con más de una hora de sol por si acaso.

La pisada es de un mulo cuando la veo, monto la silla giratoria con el apoyo para la ballesta y a esperar, el reloj marca las 4:54. El aire empieza a remolinear, Norte, Sur y Oeste a rachas, las cochinas las oigo a lo lejos regañar pero de venir hacia mí nada. A las 6 lo noto venir por el Oeste, incluso lo veo entre lo pinos con ese andar entre cansino y desconfiado. Abulta como un novillo pero ya estoy preparado con la ballesta encarada y lista para el disparo.

Aquí empieza el lance de jabalí más difícil que he realizado en mi vida por la noche, el que más me ha hecho disfrutar.

Es más, nunca me ha pasado que sin haber disparado al animal, me diera igual hacerlo  o no, ya había disfrutado de lo lindo observando sus evoluciones de animal resabiado y viejo.

Lo primero que hace el mozo es mandar un recao a las guarras sin entrar en plaza, éstas ni asoman y se van de careo hacia otro lado. Tras eso se vuelve y se queda 20 minutos en el monte resoplando parado a un metro del clarillo, empieza la guerra de nervios yendo de un lado hacia otro, aunque hay buena luna hay nubes y la claridad va y viene. Yo en mi silla tecnológica tranquilo sin mover un ápice ni brazos ni nada, tan solo de izquierda a derecha y viceversa muy despacito, lo justo para adelantarme a su posible salida al claro, digamos que en un reloj sólo me muevo de las 11 a las 2.

Estoy alucinando con el aire, el guarro va y viene e incluso lo llego a tener a menos de dos metros resoplando durante 5 minutos detrás de un tronco de quejigo a mi izquierda, imposible disparar porque tengo un pinillo delante y ¿quien es el guapo que se mueve? Se vuelve por donde ha venido pero no ... es una treta, a los diez minutos y sin saber de donde coño ha salido coge aires otra vez a un metro de la baña sin salir.

En un claro de nubes lo veo en el borde de lo limpio, está a 6 metros más o menos con el culo metido en el monte y todo él de cara hacia mí. Nos miramos, bueno yo me quedo embelesado mirándolo y él no se qué mira, transcurrido mi "estado fugaz de trance" pruebo a mirar por mi antiguo visor de 1,5 a 6 por 42...........¡¡Vaya mierda, no se ve nada!!

A ver cómo tiro yo este guarro tan avisado con la luz, ni de casualidad, porque sale por patas, seguro. Habrá que esperar que haya más claridad de luz de luna, este animal merece la pena asegurar el disparo al 150 % ó más.

Sin mover un músculo, me impresiona el jabalí al pegar un buen arreón (eso sí, sin bufar) y se mete a toda pastilla en el monte. A esperar tocan, bien armado de paciencia, no tarda mucho cuando lo oigo resoplar acercándose, vuelve a hacer el ruedo buscando aires. Aquí viene mi buena suerte, cuantas veces he dicho" Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible que sea”... hoy me pasa todo eso pero al revés, todo a mi favor, fuera donde fuera el jabalí a coger aires de la baña, el aire repentinamente venia del jabalí hacia mí. Nunca me había pasado eso, ahora entiendo la actitud del jabalí y sus precauciones al entrar, necesita ir con el aire de cara. La verdad es que jamás he tenido tanta suerte y nunca un jabalí me ha destrozado tanto la espalda, dos horas y diez minutos sin cambiar de postura... ni brazos, ni piernas, permanentemente encarado con el arma.

La jugada de la arrancada me la ha hecho tres veces seguidas, sin llegar a cuartearse en ningún momento y siempre de cara, todo el tiempo a menos de 20 metros durante las dos horas hasta finalizar el lance. Mientras la luna iba creciendo, el que escribe reza para que no haya más nubes.

Otra vez viene el mozo al ataque, parada con el culo dentro del monte, ya casi lo doy por perdido a pesar de tenerlo tan cerca por cuarta vez. Una nube se cruza en la luz lunar,  se anima a dar dos pasos cuarteándose un poco y ruego por un poco más de claridad para mi antiguo visor. A duras penas intento vislumbrar la cruz en el sobaquillo de la paleta, paciencia que las nubes lo mismo que vienen se van y hay que asegurar.

Y vaya si se van, ¡¡Que imagen la de ese pedazo de guarro bañado en plata!! Para ser sincero la foto en la retina me dura tres segundos tan solo, le mando el dardo con punta de 125 grains de tres filos sin esperar más, no me arriesgo a una nueva arrancada. Le ha pasado entre la cara y la paletilla,  de ahí toda la flecha hacia dentro sin llegar a salir. Cuarto y último arreón al monte del jabalí esa noche y también el último que dará en su larga vida, oigo los estertores de la muerte ya que ha tenido la delicadeza de morirse a unos treinta metros del puesto. Simplemente perfecto, una noche redonda con mayúsculas, como uno siempre sueña que debe de ser una espera a un buen granuja.

No me puedo ni mover, el hormigueo en brazos y piernas al estirarme me devuelve a la realidad, es como si recuperara el alma ó la conciencia que hubiera permanecido fuera de mi cuerpo durante dos horas. Me fumo dos cigarros seguidos, todavía sin acercarme a verlo sonrío pensando que me da igual como sea el trofeo, la verdadera tablilla ya esta colgada en lugar preferente en el pabellón de caza de mis recuerdos.

Cuanto se aprende de estos animalitos...........

©Texto&Fotos Ignacio Cortés Toledano.